Se mencionan diversos mecanismos para explicar la variación en el proceso evolutivo, uno de estos es la selección sexual https://es.wikipedia.org/wiki/Selecci%C3%B3n_sexual, en el cual las hembras seleccionan a los machos por alguna característica, aquel macho que exhiba mejor esa característica tendrá muchas más posibilidades de lograr la cópula y por supuesto, de reproducirse. Hay dos hipótesis para explicar esto:
1. “De Fisher” https://es.wikipedia.org/wiki/Fisherian_runaway
2. “De handicap” https://es.wikipedia.org/wiki/Principio_del_handicap
Un mecanismo similar se ve en las flores, que buscan atraer insectos o aves para facilitar el proceso de polinización. Un proceso complejo en el cual el insecto o ave son premiados con el delicioso y nutritivo néctar por cargar el polen a otra planta.
Esto genera varias preguntas como:
1. ¿Y de dónde salió ese gusto de las hembras por determinada característica de los machos?
2. ¿Cómo las hembras sabían que tal característica era una expresión de genética buena?
3. ¿Cómo las plantas supieron que debían premiar con un determinado alimento a unos insectos o aves? Las plantas no tienen cerebro, ni ojos, luego no tienen siquiera un concepto de que existen los insectos o aves y aun así los usan para polinización.
Ambos ejemplos de selección sexual o las plantas con flores presentan mecanismos que generan complejidad creciente. Pero ¿Qué dio origen a esos mecanismos? Esa es la razón de este artículo en la sección de hipótesis.
Quizás si retrocedemos en el tiempo, en el momento en que se dio origen a estos mecanismos, se podrían conocer otros mecanismos evolutivos que generen complejidad creciente, inteligencia y sobre todo ese proceso interno cerebral que empuja una especie a desarrollar ciencia y tecnología.