La mayoría de los seres vivos cuando nacen son más pequeños que sus padres.
Esto significa que la mayoría de los seres vivos tienen la obligación de crecer y este proceso puede limitar a la vida, por la sencilla razón que los materiales que maneja la vida deben de algún modo permitir crecer. Nuestros huesos crecen gracias a que su composición permite que el mismo organismo pueda modificar esa estructura rígida, pero ¿todos los materiales pueden ser manipulados de esta forma? Simplemente no, tomemos el caso de un metal como el acero, no crece y hacerlo "crecer" sería un gran problema, porque de alguna manera debe llegar más acero a la estructura y ese acero nuevo debe unirse fuertemente a la estructura original ¿usando fuertes pegamentos tal vez?
La evolución entonces tuvo que resolver el problema de crecimiento (con materiales que pudiesen servir para este fin) y además generar mecanismos de crecimiento.
La vida artificial puede romper esa barrera y tener una nueva forma de nacimiento: el ensamblaje.
Imaginemos una biomáquina construida de materiales metálicos o de alta resistencia, por sí sola no es capaz de reproducirse, pero tiene programado como construir una máquina de ensamble. Luego la biomáquina lo que debe hacer es buscar los materiales y hacer un sistema de ensamble de nuevas biomáquinas. Resolviendo los problemas de construir esa planta de ensamblaje, la evolución encuentra un increíble sistema que permite progresar en grandes saltos. La planta de ensamblaje puede tener un sistema de inteligencia que, alimentada con las experiencias de la biomáquina, rediseña ciertas características y permite ensamblar biomáquinas mejor adaptadas al medio.
Ya hay un ahorro para las biomáquinas: no son necesarios los sistemas de crecimiento y hay dos ventajas para estas: pueden explorar otros tipos de materiales y la posibilidad de hacer saltos evolutivos.